jueves, 28 de noviembre de 2013

UN VIAJE AL ANTIGUO EGIPTO (cuento)


En un pueblecito habita una niña llamada Ana. Ana tiene 10 años y es una niña muy aventurera, la encantan los animales; sobre todo los perros y los delfines. Ella siempre quiso ir a Egipto. Su madre toda las noches la cuenta historias o leyendas que ella se sabía de cuando era pequeña. La madre de Ana vivía con sus abuelos en Egipto. Su madre se quedó huérfana y por eso vivió con sus abuelos. Una noche cuando ella no podía dormirse, su madre vino para contarle un cuento para que ella pudriera dormirse. De paso lo trajo un vaso de leche recién ordeñada de su vaca Sushi.
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    - Cuenta la leyenda que hace muchas décadas existía un valiente chico que salvó toda la ciudad…-Empezó a contar.
-           -  ¿Por qué salvó todo Egipto?- Interrumpió  Ana
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  -  No te impacientes que lo voy a contar- dijo la madre para que no le interrumpiera más.
-     El chico era huérfano y se ganaba la vida él solo. Su único amigo era un mono, un mono muy listo, que siempre lleva un sombrero y una chaqueta rosa y azul…-
La madre vio que ya se había dormido y se fue para no despertarla. Ana empezó a soñar poco a poco…
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- ¡Hola! ¿Sabes dónde estoy?, es que estaba con mi madre, de repente pestañeo y aparezco aquí sin darme cuenta.- le dijo al chico que iba con un mono.
-     - ¡Sí! Estás en la Gran Esfinge de Guiza, en Egipto- respondió el chico.
-     - ¡En Egipto! ¿Y cómo he llegado hasta aquí?- dijo la niña.
-    -  Sí, te han enviado los dioses Egipcios para que salves a toda la ciudad de un malvado saqueador de tumbas. Tenemos que ir donde el zapatero para que nos dé unos zapatos adecuados y el plano para saber dónde estamos si nos perdemos dentro. ¡Vamos, rápido, no hay tiempo que perder!- Explicó rápidamente el chico a Ana.
-      - Así que tú eres el chico tan valiente llamado Abasí- Recordó Ana.

Se dirigieron rápidamente a la zapatería, que por cierto tuvieron la suerte de que esa zapatería estuviera cerca. Por el camino Ana iba corriendo para ir más rápido y gracias a ese recorrido se fijó  un poco en las cosas que había por ahí. No pudo ver muchas cosas porque el camino era muy corto. Llegaron a la zapatería, que se llama La Misteriosa Zapatera Mágica. Esa zapatería se llamaba así porque sus zapatos sirven para todo, es por esta razón que todo el mundo dice que sus zapatos son mágicos.
-    - Hola, te presento a mi amiga Ana, que ha venido de un pequeño pueblecillo lejano.- Presentó
-       - Hola- Respondió la chica
-    - Hola, ¿no eres tú la chica que sale en las paredes?- Preguntó el zapatero.
-       -No sé, pero lo que sé es que me han enviado los dioses egipcios para que salvé a la ciudad.
 Esos zapatos son un tipo de zapato muy especial porque esos zapatos si lo llevas puedes saber donde está cada trampa. Solo él lo sabe hacer y no lo vende a nadie solo se lo presta a Abasí para que detenga a ese saqueador de tumbas y no se caiga por ningún agujero.
Cuando le dio los zapatos, Ana intentaba ponérselo y ella no podía ponérselo porque el espacio para que entrara los pies era muy pequeño. Así que fue donde el zapatero.
-     -¿Cómo puedo meter el pie en tus zapatos?- Preguntó Ana al zapatero.
-       - Es muy fácil, solo  tienes que tratarles bien y decirles cosas bonitas para que te quieran y se metan en tus pies. – Dijo el zapatero.
Ana empezó a acariciarles y decirles cosas bonitas. De repente los zapatos habían desaparecido y Ana se puso a buscarles como loca. Los encontró en sus pies sin darse cuenta.
-        -    ¡Estos zapatos son mágicos!- Exclamo Ana  sorprendida.
-    - Claro que son mágicos, la tela proviene de un lugar mágico. Me lo dieron los dioses para que hiciera unos zapatos para ellos. Pero al final como vieron que había un saqueador de tumbas decidieron dármelos para que se los preste a un valiente chico.- Dijo con seriedad el zapatero llamado Baba.
-     - Baba no tenemos tiempo que perder, tenemos que volver a la Gran Esfinge de Guiza cuanto antes.- Se quejó Abasí.

Después de eso Baba no discutió con Abasí porque sabía que depende de él, la ciudad estará a salva. De repente Ana y Abasí sin que Baba se enterase ya estaban de camino a la Gran Esfinge de Guiza. Los zapatos les leía la memoria y depende de lo que piensen les  llevaba a ese lugar. Al llegar estaban buscando donde estaba la puerta. Los zapatos les llevaron a la puerta por donde pueden entrar a la Gran Esfinge de Guiza. En la puerta ponía unos signos y un símbolo para que pusieran una piedra. Abasí sacó una piedra muy rara y la metió en el símbolo de la puerta. Al abrirse la puerta había muchas llamas para iluminar el camino. Cuando ellos iban a pasar  sus pies no podían moverse.
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   ¡    - AY! No me puedo mover, ¡No controlo los pies!- se quejó Ana.
-         -Dame una canica para que la tire y quite todas las trampas por este pasillo.
-             - Te daría una canica si tuviera.
-            -   Sí que tienes, los dioses han pensado todo. ¡Mira en tu bolsa!-

Miró en su bolsa amarilla que estaba colgado en su cinturón.     Cogió una canica de la bolsa y se la dio a Abasí. Abasí tiro la canica y salieron unas flechas puntiagudas que le podían matar. Cuando se terminaron las trampas peligrosas siguieron adelante y encontraron un mapa de la Gran Esfinge de Guiza que estaba encima de un esqueleto. Fisgonearon en la bolsa de ese esqueleto. Descubrieron que él era un arqueólogo.

En su bolsa encontraron una brújula, una lupa y una foto de su familia. Ese arqueólogo llevaba siglos aquí muerto. Cogió la brújula y se fueron rápido.  Llegaron a una sala que había muchas huellas de gato e imágenes de  gatos sin pelo. Ana pisó una huella que estaba en una alfombra muy vieja.  Cayeron a la sala donde está todo el oro. Vio el saqueador de timbas y lo encontró saqueando a las tumbas. Le
detuvieron y aparecieron los dioses. Los dioses mandaron al saqueador a la cárcel y no podría salir nunca porque robó casi la mitad de las tumbas. Devolvieron el tesoro que  él había robado.
-     Ana, toma esta valiosa pulsera y ¿Podrías guardarla muy bien esa pulsera….? 
Ana se despertó de repente en su cama. Encontró en su mano la  pulsera.
-     ¿Lo que he soñado ha sido de verdad? ¿Cómo tengo esta pulsera en mi mano?- Se preguntó Ana confusa.

                                                       Yuhua