LOS ZAPATOS MÁGICOS
YAIZA VÁZQUEZ SOLANA.
Había una vez, una chica que tenía mucho dinero.
Se llamaba Amanda y tenía un zapato especial. No era un zapato cualquiera, era
un zapato mágico que te concedía deseos siempre que se los ponía.
Ella pidió tener una gran Empresa, por eso era tan
rica. Además tenía un marido llamado Borja que a su vez tenía otra Empresa.
Ellos tenían 2 hijas llamadas María y Teresa.
Les invitaban a muchas fiestas. A Amanda siempre
le gustó ayudar a los demás. Junto a la familia decidió irse de vacaciones a
Botsuana, a todos le había gustado la idea. Cuando llegaron a Botsuana, las
hijas conocieron a un niño llamado Akca se hicieron muy amigos y siempre
jugaban mucho.
Un día el niño las llevó a su poblado y las niñas vieron que todos estaban muy delgados y enfermos y las niñas pensaron pedirle ayuda a su madre para que pidiese un deseo, para ayudar a los del poblado. Las dos corrieron a donde su madre y le dijeron eso, ella lo hizo y muchos se pusieron mejor.
Un día el niño las llevó a su poblado y las niñas vieron que todos estaban muy delgados y enfermos y las niñas pensaron pedirle ayuda a su madre para que pidiese un deseo, para ayudar a los del poblado. Las dos corrieron a donde su madre y le dijeron eso, ella lo hizo y muchos se pusieron mejor.
El niño y su familia les agradecieron mucho lo que
habían hecho, les traían carne de algunos animales que habían cazado, eran
manjares para todos ellos. Amanda pidió una mesa y todo lo que necesitan para
comer todos juntos. Comieron pescado carne arroz y de postre unas uvas. Después
de comer tenían una tripa gigante.
La familia de Amanda se sintió orgullosa de hacer
todo eso y usaron los zapatos para ayudar a los demás del poblado, todos se
mejoraron y pusieron escuelas para los niños y un hospital para curarlos.
Mejoraron esas vidas y las familias se lo
agradecieron mucho y los padres también, ese mismo día decidieron quedarse a
vivir allí. Teresa y Maria quedaban con Akca para ir a jugar y la familia
aprendió de sus culturas y Akca y su familia aprendió de ellos.
y al final el poblado no volvió a pasar tantas
penurias y Amanda, Borja, Teresa, y Maria recorrieron todos los poblados de
Butsuana ayudando a todos. Gracias a esos zapatos
mágicos no hubo más tristeza en ese poblado y a partir de
ahora solo se oían risas.
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