En un pueblecito habita una niña
llamada Ana. Ana tiene 10 años y es una niña muy aventurera, la encantan los
animales; sobre todo los perros y los delfines. Ella siempre quiso ir a Egipto.
Su madre toda las noches la cuenta historias o leyendas que ella se sabía de
cuando era pequeña. La madre de Ana vivía con sus abuelos en Egipto. Su madre
se quedó huérfana y por eso vivió con sus abuelos. Una noche cuando ella no
podía dormirse, su madre vino para contarle un cuento para que ella pudriera
dormirse. De paso lo trajo un vaso de leche recién ordeñada de su vaca Sushi.
-
- Cuenta la leyenda que hace muchas décadas existía
un valiente chico que salvó toda la ciudad…-Empezó a contar.
- - ¿Por qué salvó todo Egipto?- Interrumpió Ana
-
- No te impacientes que lo voy a contar- dijo
la madre para que no le interrumpiera más.
-
El chico era huérfano y se ganaba la vida él solo.
Su único amigo era un mono, un mono muy listo, que siempre lleva un sombrero y
una chaqueta rosa y azul…-
La madre vio que ya se había
dormido y se fue para no despertarla. Ana empezó a soñar poco a poco…
-
- ¡Hola! ¿Sabes dónde estoy?, es que estaba con
mi madre, de repente pestañeo y aparezco aquí sin darme cuenta.- le dijo al
chico que iba con un mono.
- - ¡Sí! Estás en la Gran Esfinge de Guiza, en Egipto-
respondió el chico.
- - ¡En Egipto! ¿Y cómo he llegado hasta aquí?- dijo
la niña.
- - Sí, te han enviado los dioses Egipcios para que
salves a toda la ciudad de un malvado saqueador de tumbas. Tenemos que ir donde
el zapatero para que nos dé unos zapatos adecuados y el plano para saber dónde
estamos si nos perdemos dentro. ¡Vamos, rápido, no hay tiempo que perder!-
Explicó rápidamente el chico a Ana.
- - Así que tú eres el chico tan valiente llamado Abasí-
Recordó Ana.
Se dirigieron rápidamente a la
zapatería, que por cierto tuvieron la suerte de que esa zapatería estuviera
cerca. Por el camino Ana iba corriendo para ir más rápido y gracias a ese
recorrido se fijó un poco en las cosas
que había por ahí. No pudo ver muchas cosas porque el camino era muy corto.
Llegaron a la zapatería, que se llama La Misteriosa Zapatera Mágica. Esa
zapatería se llamaba así porque sus zapatos sirven para todo, es por esta razón
que todo el mundo dice que sus zapatos son mágicos.
- - Hola, te presento a mi amiga Ana, que ha venido de
un pequeño pueblecillo lejano.- Presentó
- - Hola- Respondió la chica
- - Hola, ¿no eres tú la chica que sale en las
paredes?- Preguntó el zapatero.
- -No sé, pero lo que sé es que me han enviado los dioses
egipcios para que salvé a la ciudad.
Esos zapatos son un tipo de zapato muy
especial porque esos zapatos si lo llevas puedes saber donde está cada trampa. Solo
él lo sabe hacer y no lo vende a nadie solo se lo presta a Abasí para que
detenga a ese saqueador de tumbas y no se caiga por ningún agujero.
Cuando le dio los zapatos, Ana
intentaba ponérselo y ella no podía ponérselo porque el espacio para que
entrara los pies era muy pequeño. Así que fue donde el zapatero.
- -¿Cómo puedo meter el pie en tus zapatos?- Preguntó
Ana al zapatero.
- - Es muy fácil, solo tienes que tratarles bien y decirles cosas
bonitas para que te quieran y se metan en tus pies. – Dijo el zapatero.
Ana empezó a acariciarles y
decirles cosas bonitas. De repente los zapatos habían desaparecido y Ana se
puso a buscarles como loca. Los encontró en sus pies sin darse cuenta.
- - ¡Estos zapatos son mágicos!- Exclamo Ana sorprendida.
- - Claro que son mágicos, la tela proviene de un
lugar mágico. Me lo dieron los dioses para que hiciera unos zapatos para ellos.
Pero al final como vieron que había un saqueador de tumbas decidieron dármelos
para que se los preste a un valiente chico.- Dijo con seriedad el zapatero
llamado Baba.
- - Baba no tenemos tiempo que perder, tenemos que volver
a la Gran Esfinge de Guiza cuanto antes.- Se quejó Abasí.
Después de eso Baba no discutió
con Abasí porque sabía que depende de él, la ciudad estará a salva. De repente
Ana y Abasí sin que Baba se enterase ya estaban de camino a la Gran Esfinge de
Guiza. Los zapatos les leía la memoria y depende de lo que piensen les llevaba a ese lugar. Al llegar estaban
buscando donde estaba la puerta. Los zapatos les llevaron a la puerta por donde
pueden entrar a la Gran Esfinge de Guiza. En la puerta ponía unos signos y un
símbolo para que pusieran una piedra. Abasí sacó una piedra muy rara y la metió
en el símbolo de la puerta. Al abrirse la puerta había muchas llamas para
iluminar el camino. Cuando ellos iban a pasar sus pies no podían moverse.
-
¡ - AY! No me puedo mover, ¡No controlo los pies!- se
quejó Ana.
- -Dame una canica para que la tire y quite todas las
trampas por este pasillo.
- - Te daría una canica si tuviera.
- - Sí que tienes, los dioses han pensado todo.
¡Mira en tu bolsa!-
Miró en su bolsa amarilla que
estaba colgado en su cinturón. Cogió
una canica de la bolsa y se la dio a Abasí. Abasí tiro la canica y salieron
unas flechas puntiagudas que le podían matar. Cuando se terminaron las trampas
peligrosas siguieron adelante y encontraron un mapa de la Gran Esfinge de Guiza
que estaba encima de un esqueleto. Fisgonearon en la bolsa de ese esqueleto.
Descubrieron que él era un arqueólogo.
En su bolsa encontraron una brújula, una lupa y una foto de su familia. Ese arqueólogo llevaba siglos aquí muerto. Cogió la brújula y se fueron rápido. Llegaron a una sala que había muchas huellas de gato e imágenes de gatos sin pelo. Ana pisó una huella que estaba en una alfombra muy vieja. Cayeron a la sala donde está todo el oro. Vio el saqueador de timbas y lo encontró saqueando a las tumbas. Le
detuvieron y aparecieron los dioses. Los dioses mandaron al saqueador a la cárcel y no podría salir nunca porque robó casi la mitad de las tumbas. Devolvieron el tesoro que él había robado.
-
Ana, toma esta valiosa pulsera y ¿Podrías
guardarla muy bien esa pulsera….?
Ana se
despertó de repente en su cama. Encontró en su mano la pulsera.
-
¿Lo que he soñado ha sido de verdad? ¿Cómo tengo
esta pulsera en mi mano?- Se preguntó Ana confusa.
Yuhua
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