En la antigua China, el emperador vivía, junto a su familia y sus
servidores, en el palacio imperial. Este lugar formaba parte de la Ciudad
Prohibida, un enorme complejo de edificios que recibía ese nombre porque los
ciudadanos corrientes no podían acceder a él.
El emperador tenía a su servicio gran número de artistas y
artesanos: pintores, músicos, tejedores, bordadores. . . Todos ellos estaban
muy bien considerados y de sus manos nacían los bellos objetos que decoraban el
palacio imperial: figuras de jade y de hueso, piezas de delicada porcelana,
muebles lacados o telas y tapices de valiosísima seda.
Alicia García 6º
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